Ayer día 23, recibí un correo de mi amiga Norma y en el que me he basado ( con su permiso, por supuesto ), para poder hacer esta entrada en el blog e ir ampliando luego sobre los datos que ya conocía. El resultado de lo que expondré más adelante, no será más que el verdadero origen de la Navidad...
La historia comienza así...
La celebración más antigua y universal, siempre ha estado centrada en el Solsticio de Invierno, término astronómico que se refiere a la posición del Sol. A mediados de Diciembre, los días son muy cortos ( en el Hemisferio Norte ) y, después del solsticio, empiezan a alargarse de nuevo. En la antigüedad, imaginaban que el Sol se hacía viejo hasta morir, y que después nacía un niño Sol. En el antiguo Imperio Romano, la fiesta del solsticio era el acontecimiento social más importante del año y se llamaba "Festival de Saturnalia" en honor a Saturno, el Dios de la agricultura y las cosechas. El Sol Invencible ( Sol Invictis ), era otro de los dioses favoritos, cuyo nacimiento se celebraba el 25 de Diciembre. Curiosamente, este mismo día, 25 de Diciembre, nacía también el Dios Mitra. Los orígenes del Mitraísmo se remontan al segundo milenio antes de Cristo y tiene su origen en Oriente. De hecho, son los soldados romanos del Imperio Romano de Oriente quienes lo difunden por todo el resto del Imperio hasta que el Emperador Teodosio, allá por el año 391 de nuestra era, abole el culto al Dios Mitra…
Cuando las tareas en el campo se terminaban y llegaba la noche más larga, los romanos se relajaban, colgaban la toga en el armario, se vestían de forma informal y se olvidaban por unos días de las reglas que les oprimían durante el resto del año. Todo empezaba en el Templo de Saturno con un banquete y al grito multitudinario de “Io, Saturnalia”, salían a la calle a bailar y cantar con guirnaldas en el pelo y portando velas encendidas. La Saturnalia era una ocasión para visitar a los amigos y parientes e intercambiar regalos.
Quizás lo más curioso era el intercambio de roles: los esclavos actuaban como amos y los amos como esclavos. Los hijos invertían los papeles con sus padres y pasaban a ser los jefes de la casa. Cada familia tenía que elegir un Rey de la Saturnalia, o Señor del Desgobierno, que podía ser un niño que presidía las fiestas, por muy extravagantes y absurdas que fuesen sus órdenes. En el libro de Mika Waltari, “Sinuhé, el egipcio”, aparece detallado esto precisamente, aunque no hay que tener en cuenta el sentido novelesco del texto...
(…) A estas palabras, Kaptah se levantó del trono, enojado, y, haciendo chasquear su látigo, gritó:
—Verdaderamente, nunca he visto tanta estupidez como en esta villa y sólo me cabe pensar que este cornudo se está burlando de mí. La muchacha tenía perfectamente razón al aceptar a otro hombre, puesto que este imbecil no estaba en estado de aprovechar aquello en cuya busca había ido. Ha obrado también perfectamente al ofrecer a este hombre una recompensa que no había merecido. Este hombre hubiera debido estar reconocido a la muchacha y al hombre, puesto que, divirtiéndose juntos, han suprimido un obstáculo que no hace más que causar disgustos y preocupaciones en estos asuntos. Y tiene el aplomo de comparecer ante mí y hablarme de jarros. Puesto que confunde las muchachas con los jarros lo condeno a no divertirse en adelante más que con jarros y nunca más tocará a una muchacha.
Habiendo dictado esta sentencia, Kaptah se sintió hastiado de la justicia y, desperezándose en el trono, dijo:
—Hoy ya he comido, bebido y trabajado suficiente, y rendir justicia me fatiga demasiado. Los jueces pueden seguir administrando justicia si así lo desean, porque este último caso me ha recordado que, como rey, soy también dueño del harén donde, según me han dicho, cuatrocientas mujeres me esperan. Por esto voy a elegirme una compañera, y no me sorprendería que durante esta expedición rompiese algunos jarros, porque el vino y el poderme han fortificado maravillosamente y me siento fuerte como un león.
Al oír estas palabras, el pueblo lanzó gritos que no terminaban nunca y la muchedumbre lo escoltó hacia el palacio y se detuvo en la puerta del gineceo. Pero Burraburiash no se reía ya. Al verme, acudió a mí y me dijo:
—Sinuhé, tú eres amigo y, como médico, puedes entrar en el gineceo real. Síguelo y vela por que no haga nada de que tenga que arrepentirse amargamente, porque en verdad que lo haré desollar vivo y su piel colgará de las murallas si toca a una de mis mujeres; pero si se porta bien la muerte le será leve.
Yo le pregunté:
—Burraburiash, soy verdaderamente tu amigo y estoy dispuesto a ayudarte, pero dime qué significa todo esto, porque estoy angustiado viéndote vestido de esclavo y escarnecido por todos.
Con impaciencia, dijo:
—Es la jornada del falso rey; todo el mundo lo sabe, pero date prisa, a fin de que no ocurra nada irreparable.
Pero no obedecí, pese a que me hubiese agarrado del brazo, y le dije:
—No conozco las costumbres de este país, y por lo tanto debes explicarme lo que todo esto significa. Entonces habló:
—Cada año se elige este día al hombre más bestia de Babilonia y puede reinar todo un día desde el alba hasta la puesta del sol y con todo el poderío del rey, y el rey ha de obedecerle. Y jamás he visto a un rey más divertido que Kaptah, a quien he designado yo mismo a causa de su comicidad. Ignora lo que le espera, y esto es lo más gracioso de todo.
—¿Qué le espera? —pregunté yo.
—A la puesta del sol será ejecutado con la misma rapidez con que ha sido coronado al alba —explicó Burraburiash—. Puedo hacerlo padecer cruelmente si quiero, pero, generalmente, se mezcla un veneno en el vino y el falso rey se duerme tranquilamente sin saber que muere, porque un hombre que ha reinado no puede continuar con vida. Pero una vez ocurrió que el verdadero rey murió durante la fiesta por haber bebido en su embriaguez un bol de caldo hirviendo y el falso rey permaneció en el trono durante treinta y seis años y nadie tuvo nada que decir de su reinado. Por esto debo abstenerme hoy de beber caldo hirviendo. Pero date prisa en ir a ver que tu servidor no haga nada de que tenga que arrepentirse esta noche. (...)"
“Sinuhé, el egipcio”, Mika Waltari, pág. 100
Era la fiesta de la libertad y la desinhibición, y se organizaban juegos, bailes de máscaras y espectáculos desenfrenados prohibidos el resto del año.
Al final de la Saturnalia, el 25 de Diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol "Natalis Solis Invictis" ( Nacimiento del Sol invencible ).
Era la fiesta de la libertad y la desinhibición, y se organizaban juegos, bailes de máscaras y espectáculos desenfrenados prohibidos el resto del año.
Al final de la Saturnalia, el 25 de Diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol "Natalis Solis Invictis" ( Nacimiento del Sol invencible ).
Durante estos días, se decoraban las casas con plantas verdes, se encendían velas para celebrar la vuelta de la luz y se colgaban figuras de los árboles. Así que no es de extrañar que estas figuras que ponemos en el árbol de Navidad, no sea más que una reminiscencia arcaica de lo que en realidad se hacía en aquéllos tiempos…
En el año 321, Constantino legalizó el cristianismo y declaró que el día del “Nacimiento del Sol invencible”, que se celebraba el 25 de Diciembre, debía ser considerado como una nueva fiesta cristiana para celebrar el nacimiento de Cristo. Con estas tácticas, no se alteraba el calendario romano, y las tradiciones paganas se fueron adaptando al cristianismo. Como dato curioso del poder de una religión emergente como la cristiana en la que ya se va consolidando y para adaptarse a las masas adoradoras de dioses paganos, unido al desconocimiento de la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo ( Esto daría para otra entrada en el blog y de momento sólo diré que Herodes muere en el año 4 Antes de Cristo, lo que "Jesús nace antes que Cristo" ), se elige la fecha del nacimiento de Mitra como la del nacimiento de Jesucristo de forma oficial en todo el Imperio Romano. La Eucaristía tal y como la conocemos hoy día no sería más que una copia fidedigna del ritual que se hacía a Mitra, representando éste el cuerpo y la sangre de Mitra… Tanta influencia ha tenido la aceptación de Mitra en el rito cristiano, que el tocado que utiliza la alta jerarquía elesiástica, se llama precisamente Mitra.
Esto de que una religión se tenga que adaptar a las masas no es nada nuevo. Precisamente en el Islam, Mahoma tuvo que aceptar la adoración de la Kaaba cuando en el año 622 se produce la “hégira” ( "huída" o "migración", según distintas fuentes ) de La Meca porque no estaba de acuerdo en que se adorase a una piedra caída del cielo ( en realidad es un meteorito ) y que durante siglos antes de la implantación de la nueva religión de Mahoma, era adorada por los habitantes de La Meca. La aceptación de que el Islam sea aceptado por estos ciudadanos, implica por parte de Mahoma que se siga adorando a la Kaaba, igual que sucedió que el cristianismo aceptase el culto a Mitra ( hoy camuflado en la liturgia cristiana y con otro sentido ), pero que no deja de ser un culto a Mitra…
Todavía hoy, muchas culturas celebran el Solsticio de Invierno. Para los pueblos indígenas, como aimaras, quechuas, rapanui y mapuches, la llegada de estas fechas coincide con la tradición de agradecer por el año anterior y pedir al padre Sol que retorne con mayor fuerza después de su retiro invernal.
La Saturnalia y las fiestas en torno al Solsticio de Invierno trataban de la familia, la fertilidad, el cambio, la renovación, la protección y el nuevo ciclo. Diciembre siempre has sido una época para la rebelión, la celebración, la esperanza. “¡Agita las cosas un poco! ¡Haz lo inesperado!, porque estas acciones pequeñas recuerdan el espíritu de la Saturnalia y tienen importancia al conectarnos directamente con la Naturaleza”.
Upuaut